Cuando lo que hago coincide con el sentido de mi vida siento acuerdo conmigo mismo; estoy feliz y el futuro está abierto para realizar el destino que me impulsa. De este modo, reflexionando sobre los momentos de plenitud puedo descubrir por mí mismo lo esencial.. En el sinsentido falta alegría y antes de la depresión, aumentará la irritación y la violencia interna… Es que El Sentido, no es un objeto palpable y sólo lo reconocemos si vamos en su aire; porque cuando nos ponemos en contra de su viento, ay!, todo es forzamiento y resistencia. Aun sin ser capaz de formularlo, puedo saber si mi vida camina en esa dirección o se aleja de ella. Lo sé por que voy ganando en sentimientos de felicidad, de libertad y de unidad; o contrariamente los voy perdiendo y me lleno de rencores, dependencia y contradicción. Este libro trata de este segundo caso; de cómo la vida se desvía por el resentimiento y cae en el sinsentido, de cómo los temas no integrados explotan cuando estamos bajo presión, y de cómo reconciliarse reconociendo el fracaso. Entonces, aun sin poder precisar el sentido de la vida puedo saber si me distancio o me aproximo. Este saber cuando mi vida se orienta hacia su significado es lo que entiendo por conocerse a sí mismo. El conocimiento de lo esencial en uno es dinámico, algo que voy aprendiendo durante toda la vida y me pregunto si al final de ella, pueda seguir esa esencia su proceso en el mundo que le corresponda. Los hitos que marcan la dirección son vivencias significativas que se van acumulando en el recuerdo. Habitualmente estoy perdido pero en ocasiones y por breves instantes tomo contacto con esa experiencia y ella llena la acción de significado. Ya no da lo mismo lo que haga porque lo que haga me acercará o me alejará de esa plenitud a la que aspiro. La experiencia de sentido es más grande que las palabras que puedo utilizar para nombrarla, pero es acompañada por conmoción, alegría, completitud, fusión, comprensión de lo uno y lo todo. A veces no recordamos con facilidad estos momentos que todos hemos vivido porque cuando sucedieron se los atribuimos a causas externas; a un paisaje que me extasió, a una persona que me enamoró, o a una situación que me dio mucha alegría; inversamente, pudiera tratarse de una experiencia interna que hace ver al paisaje, la situación y a las personas de un modo especial, único, y así me gustaría sentirlo siempre. Estas experiencias son muy breves, duran muy poco tiempo, pero revelan la posibilidad de un nuevo modo de ser. Si hay algo que puedo hacer para acercarme a ella, lo haría sin duda. ¿Pero qué? Las acciones que me acercan a esas experiencias son muy valiosas, mucho más de las que no lo hacen y por supuesto adquieren un valor infinitamente superior a las que me alejan de ella. Se las conoce como las acciones válidas. Este tipo de acción la reconozco porque produce una sensación de unidad interna; un completo acuerdo entre lo que pienso, siento y hago. Esta unidad interna es acumulativa, por momentos pareciera que se cohesionara un verdadero centro dentro de uno. Así como distinguimos acciones que agregan valor por acercarnos al sentido, también hay otras que restan valor porque me desintegran internamente; aumenta en mi la contradicción y la violencia; sufro. El sufrimiento por lo tanto, deviene en un indicador de que mi vida se apartó de su razón y esta conclusión es la que da cuenta el título “Sentido del sinsentido”.
Para leerlo completo: http://www.darioergas.org/2014/05/prologo-a-la-3a-edicion-del-libro-sentido-del-sinsentido/