¿Qué es ser inteligente? Solemos entender por esto una serie de habilidades intelectuales –generalmente matemáticas o lingüísticas- que separan a los seres humanos entre los que “se la pueden” y los que no, y lamentablemente esto ocurre en la educación tradicional. De esta manera, en un acto muy poco inteligente, los educadores y padres hacen que desde pequeños algunos niños se vayan sintiendo descartados. Sin embargo, el concepto en los últimos años ha ido cambiando; hoy se habla de “inteligencia emocional” en relación a nuestra capacidad de desenvolvernos en la vida. Así como también de inteligencias múltiples, ampliando el rango de las potencialidades humanas al arte, la observación de la naturaleza, la abstracción, la síntesis.
Etimológicamente, inteligencia viene de intelligere, leer adentro, leerse, interpretarse, traducirse. Desde esta perspectiva podemos afirmar que la naturaleza como un todo es inteligente al leer y traducir fielmente su pauta interna; en el mismo sentido podemos decir que un ser humano es inteligente en la medida en que logra traducir a su ser.
Interpretar al ser requiere primero la capacidad de leerlo, de contactarlo, y para ello es preciso despejar las nubes mentales y emocionales que nos separan de nuestro centro psíquico. Conocernos, disolver los “rollos”, alcanzar estados de armonía que permitan que nuestra inspiración central nos conduzca con su hálito de vida. Cuando esto pasa, simplemente nos vemos impulsados en ciertos sentidos que sin razones, sin saber precisamente por qué, nos llenan de entusiasmo y nos dan plenitud. Allí nos encontramos con el centro de nuestra vocación o voz, la que nos conduce a ser nosotros mismos en cualquiera de los interminables modos de expresión humana.
No basta con escucharse: es preciso tener la flexibilidad para canalizar esa expresión dentro de las posibilidades que tenemos y podemos abrir. Muchas personas se frustran porque sienten que no se les dan las condiciones para hacer lo que quieren y, con múltiples razones “inteligentes”, se quedan en la frustración y a veces en la rabia de sentir que la vida es injusta y carente de oportunidades. No obstante, el ser se puede expresar en mínimos movimientos: en la respiración, en el modo de servir una taza de té, en el pensamiento. En este sentido, bastaría con ir inspirando pequeños actos que contengan la esencia de lo que necesito expresar, lo que con el tiempo irá abriendo rangos más vastos de acción. El Bhagavad Gitallama a cumplir con aquello que se nos ofrece en el momento, ya que cuando hayamos aprendido la lección y estemos preparados, la vida nos ofrecerá otras posibilidades. No se trata de conformarse, sino de ir hábilmente buscando áreas de expresión vocacional.
El punto es tener la habilidad y la flexibilidad para encontrar el modo de darle a la vida el hálito esencial de lo que somos. Ser inteligente es interpretarse, desplegarse desde los campos internos, transformar el vivir en traducir nuestra esencia en la acción. Ser creativos en el sentido de expresar lo propio y único de uno mismo, dando a luz el don.