Fundacion Hypatia

Reflexionar sobre sí mismo, por Patricia May

Reflexionar es darse un tiempo tranquilos para “flexionarse sobre sí” para retraer la conciencia hacia uno mismo y ver con claridad la propia vida, los sentimientos y emociones, su coherencia, su dirección, su sentido.

Los tiempos de reflexión personal deberían custodiarse como algo sagrado, guardado en la agenda de múltiples deberes como un encuentro irrenunciable con nosotros mismos. La reflexión puebla nuestra mente de ideas más conscientes y refinadas que lo habitual, lo que nos permite profundizar y entrar en dominios más hondos de nosotros, como si nos internáramos en un paisaje del cual sólo conocemos los bordes.

El ser humano contemporáneo sólo conoce los “bordes de sí mismo”, aquellos en los que puede funcionar hábil y productivamente. La mente funciona atenta a los bits de los whatsup y los twitter, resuelve rápido y sigue adelante sin mirarse ni detenerse, dejándose llevar por los impulsos emocionales o las corrientes colectivas, por el productivismo y el desecho, por la irritabilidad del momento.

La falta de reflexión trae falta de conciencia en el actuar, en el decir, y transforma a las personas en autómatas movidas por corrientes exteriores, dogmatismos o fanatismos para ser usadas para todo tipo de fines.

Un ser humano que no se mira y piensa a sí mismo y a su vida, no es una persona (no es per-se); y es justamente esto lo que ha llevado al ser humano a las peores atrocidades, al no cuestionarse sus acciones, al no detenerse, al no tomar conciencia… a destruir estadios, a maltratarse a sí mismos o a los demás, a pagar sueldos bajos, a abusar, a hacer y hacer sin sentido, a poner la propia seguridad en el status o el dinero, a vivir como en guerra.

El simple acto de darse un tiempo quieto y sin interrupciones para mirar y reflexionar apacigua la vida, la baña de sentido, despeja la confusión y atrae ese pensar natural de ética y bondad hacia la propia acción. Que no nos ocurra que todo cabe en la agenda, menos nuestro Ser.

Comunidad de vida

Vivimos juntos como familia terrestre y comunidad planetaria, enlazados a través del corazón del universo, el corazón de la tierra y el corazón de cada uno de los seres. Una conciencia despierta y activa de unidad, reciprocidad e interdependencia nos permite transmutar las heridas individuales y colectivas para nuestro florecimiento y sanación.

Ética del cuidado

Principio de compasión, humildad y servicio inherente al ser humano que conduce al equilibrio y regeneración de la belleza y la abundancia en nuestra comunidad de vida. El cuidado de lo micro, lo simple y lo pequeño que lleva a una conciencia despierta sobre el impacto de nuestra frecuencia en la totalidad.

El Amor

El siglo XXI será el siglo del amor. Todos conocemos sus leyes pues las llevamos internamente a nivel químico, biológico y celular, y como sabiduría intuitiva o espiritual. Lo que hemos estado viviendo hasta hoy es solo el miedo al amor, pero durante los próximos siglos expandiremos su potencial, poder de regeneración y despertar del la conciencia.

Reciprocidad

Es la fuerza interior que nos lleva a restaurar y devolver la abundancia que hemos recibido para la regeneración de la armonía ecosistémica. Se trata de la conciencia de equilibrio y equidad sobre cuánto tomo y cuánto doy en los diversos ámbitos de la vida, de manera de restaurar el impacto de mis acciones y omisiones en la comunidad.