El mensaje central de Jesús fue el Amor, el amor a amigos y enemigos, un Amor que hace a todo ser tu prójimo, por distante y ajeno que parezca, Cómo es posible hacer esto?, vivir en esto? Si tantas veces nos dañamos, o simplemente sentimos rechazo por otras personas….
El amor de que habló Jesús no tiene que ver con que todas los demás nos despierten una emoción agradable, con que nos gusten o sintamos atracción por ellas, ese amor (con minúscula) está haciendo referencia a una reacción emocional que me despiertan personas por su apariencia, personalidad, o incluso por lo que nos aportan, por lo que obtenemos de ellas. Sin embargo este amor es inestable, basta que las personas cambien, o ya dejen de agradarme y la emoción de amor que me embargaba desaparecerá; es un sentimiento cuya duración es relativa a las expectativas y etapas que estamos viviendo. Incluso muchas veces lo que hacemos es utilizar a los seres amados para colmar nuestras propias necesidades o expectativas….este es un tiempo para revisarnos en esto, para preguntarnos.. qué es amar? Qué es el amor desde la enseñanza de Jesús?
Podríamos entender por Amor (con mayúscula) el ver y experimentar que en el fondo de mi y de los demás, hay una naturaleza común, algo central que nos une más allá de todas nuestras diferencias, más allá de que nos gustemos o no, más allá de que tengamos ideas diferentes, más allá del daño mutuo, más allá de raza, religión, edad, apariencia, más allá de todo reconocernos como seres vivientes sostenidos por la Gran Existencia que nos da vida y es la fuente de todo lo que existe; y esta experiencia solo es posible en el encuentro con el silencio interior, en el acallar el ruido de la mente y la emoción y entrar en otra dimensión de nosotros que está allí, siempre.
Amar es reconocer esa dignidad, esa belleza, esa bondad y luz en la naturaleza más profunda de todos los seres, es verla y tenerla en cuenta aún en la caída, aún en el error, aún en la torpeza de nuestras acciones, aún en el daño mutuo que muchas veces nos hacemos.
No hay mayor ofrenda que poder ver esa dignidad y luz central en todas las personas y seres, como el amor de una madre que siempre conserva en sí el recuerdo de lo luminoso de sus hijos, no importa cuan errados sean sus caminos.
Ver esa luz en nosotros u otros cuando estamos en el fondo del pozo, cuando estamos revolcándonos en el barro; ver que en el fondo hay algo digno, noble que nos sana y salva de nuestros propias oscuridades es el mayor gesto de Amor que podemos hacer, es recordarnos y recordarle al otro que puede volver a pararse, que en el centro de si mismo hay algo que está sano, bien, libre; algo que permanece incólume, que no puede ser contaminado por la propia oscuridad.
Amar es reconocernos como caminantes hacia esa verdad profunda y entender que las distintas acciones y las consecuencias de ellas son nuestro tesoro de experiencias que nos irán enseñando inevitablemente, cuando vamos en contra de ese principio de unidad y amor que conecta a toda la existencia puesto que cuando no respetamos, integramos, somos ofensivos o violentos estamos hiriendo el amor y recibiremos esa misma herida a cambio…como humanidad ya hemos repetido tantas veces la lección, quizás está llegando el tiempo de que empecemos a entender que somos una sola existencia y que el bien de todos es el bien de cada uno